¿Qué piensa Dios para nosotros?
Dios o
el Señor o Dios Trino, piensa de nosotros lo mejor porque nos ama y nos ve a
través de Su amor y Su propósito para con nosotros. El Padre Dios siempre
espera nuestra entrega a Él, por ello dio a Su Hijo para pagar por nuestros
pecados. Dice Su Palabra: “Mis pensamientos no son tus pensamientos, ni tus
caminos Mis caminos, como son más altos los cielos que la tierra, así son Mis
caminos más altos que tus caminos, y Mis pensamientos más que tus
pensamientos”, Isaías 55, 8 y 9.
Dios
siempre quiere llevarnos por el mejor camino, porque anhela lo mejor para
nosotros y de igual manera tiene los más altos pensamientos para nosotros. Él
piensa bien y anhela bien para nuestras vidas.
Isaías
26.3 “Tú guardarás en completa paz…” Los pensamientos de Dios son de paz para
nuestras vidas.
Nosotros
alejados de Dios, pensando como hombres y mujeres sin Él, damos lugar a
pensamientos carnales, pensamientos de
mi propia naturaleza sin gobierno de Dios, que nos llevan a no tener paz, a
pensar mal incluso de nosotros y de otros. Por tanto, hacemos el mal lo que nos
traslada a vivir con malos pensamientos y en confusión, engaño, culpa, etc.
Dios nos
ama y desea que vivamos en completa paz, no la paz del mundo, es Su Paz y con
pensamientos guiados por Él, sometidos a Su persona.
¿Qué pensamos de nosotros?
Pensamos
lo peor: no creo que pueda… pienso que no llegaré a ningún lado… Así como
pensamos tan mal de nosotros de la misma forma pensamos de otros:…esa persona
nunca hará nada bueno…
Dios
Trino, tiene pensamientos buenos y agradables. Quiere que tengamos esos
pensamientos de nosotros y para nosotros, así como para otros. Eso nos llevará
a hacer el bien, a vivir en paz, a saber amar y perdonar, a tener compasión, a
ser justos, incluso a no ser juez tan duro con nosotros mismos.
Por
ello, Dios quiere hacer un pacto con nosotros; es gentil, nunca obliga, pero
nos da oportunidades para que andemos en Su camino.
Él dice:
“Yo pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes
las escribiré y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”, Hebreos 10.16 y 17.
Nosotros
no nos olvidamos del mal que nos hacen, vivimos pensando en ello, lo que nos
daña y hace daño a otros.
Por otro
lado, nos recordamos de lo malo que hemos hecho y no nos perdonamos, lo que nos
hace tener una autoestima baja, nos hace sentir culpables, trasladamos a otros
nuestras conductas, nos llenamos de culpa y amargura.
Cuando
nos volvemos a Dios, caminamos de Su mano, tratamos de vivir Su Palabra, todo
comienza a ser diferente, por medio de un proceso en el que el Espíritu Santo
nos va ayudando a ser más parecidos a Jesús. Tenemos cambios: pedimos perdón a
Dios, reconocemos nuestras fallas, creemos en el poder de Su Sangre y Su
sacrificio en la cruz, comenzamos una vida de confesión, de perdón a nosotros,
a las circunstancias vividas así como, podemos por medio de ejercicios
espirituales tales como la oración, confesión, etc., a perdonar a otros y
limpiarnos de rencores, resentimientos, amarguras, etc. Ya no gobierno mis
pensamientos es el Señor quien tiene el gobierno sobre ellos o, por lo menos
reflexionamos, meditamos sobre ellos para hacer las operaciones espirituales
necesarias con el objeto de ir teniendo los pensamientos bajo la autoridad de
Jesús.
Ya no me
quedo en actitud pasiva dejándome envolver por ellos o solazándome en mis
propios pensamientos… Podemos reconocer un pensamiento malo de uno bueno.
Discernimos nuestros pensamientos para así optar por un pensamiento agradable a
Dios Trino.
Jesús a
través de Pablo nos dice:
“…nosotros tenemos la mente de Cristo”. Y si la
tenemos podemos cambiar nuestros pensamientos para que nos lleven al bien que
Dios anhela para nuestras vidas y las de nuestro entorno. Mateo 15,19.
Es
importante entonces:
§ Encomendar
nuestras obras a Cristo, y nos promete afirmar nuestros pensamientos (Prov.16).
§ Tener
consejero (Prov. 15.22).
§ Tener en
cuenta el consejo del Señor (Prov. 19,21), pues, su consejo Permanecerá.
§ Perseverar
en el pensamiento de Dios (Isaías 26,3), para tener paz.
§ Tener
pensamientos altos y andar de acuerdo a ellos Isaías 55.8, esto es andar con
Dios Trino.
§ Que
pensemos antes de responder Prov.15.28.
§ No
pensar mal, Mt. 9.4.
§ Tratar
de poner todo delante del Señor e ir sanando en Su Presencia y con su luz.
Pablo en
su carta a la Iglesia de Tesalónica, les dice, luego de algunas recomendaciones
y exhortaciones capítulo 5, a los
hermanos: “Examínenlo todo; retengan lo
bueno. Absténganse de toda especie de mal. Y el mismo Dios de Paz les
santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea
guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. 1ra.
Tesalonicenses 5, 21 al 24.
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La
Imaginación
El imaginar bíblicamente se asocia al
pensar.
Generalmente nuestra imaginación nos
lleva a inventar imágenes dentro de
nosotros. Todo lo que necesitamos para escribir un poema, una novela o
crear un canto es la imaginación. Podemos estar en un cuarto oscuro sin
embargo, la imaginación me tiene en un paisaje que puedo hasta inventar porque
la imaginación concibe en nuestro ser un paisaje donde estamos libres, tendidos
en una pradera, corriendo hacia un árbol o tal vez mojándonos los pies en un
río que canta entre las piedras. El poeta no necesariamente escribe cuando está
inmerso en las circunstancias más adversas, en los parajes menos hermosos y en
los tiempos menos pensados.
A veces, vagamos en nuestra imaginación
y nos creemos príncipes y princesas.
Cuando nos convertimos a Cristo esta
imaginación tan natural da paso a una imaginación espiritual que viene a
inundar nuestra vida cristiana. Puedo
imaginar a un Cristo Vivo (cada cual tiene una imagen de Cristo en sí), que nos
lleva de la mano y nos sostiene en las dificultades. Puedo imaginar al Padre
que me sienta en su regazo y me abraza en su pecho. Este tipo de imaginación es
de gran ayuda para quienes hemos tenido un padre ausente, o estamos faltos del
amor de padre biológico y jamás estuvimos en los brazos de nuestros propios
padres.
En la alabanza y en la adoración la
imaginación espiritual va creando momentos irrepetibles para provecho de uno o
de muchos, ya sea en mi comunión a solas con el Señor, o cuando estoy reunida
con mis hermanos en la fe.
Podemos clasificar la imaginación al
igual que los pensamientos: en carnal y espiritual. Ya dijimos que pensamiento
carnal es el que proviene de mi propia naturaleza sin Dios, igualmente la
imaginación. La espiritual es aquella que fluye de mi naturaleza con Cristo
como Señor de mi vida.
Fuente: Libro El Alma de Laly de García