EVANGELIZANDO A TRAVÉS DEL ESPÍRITU SANTO

LALY DE GARCIA

LALY DE GARCIA

martes, 11 de septiembre de 2012

¿Qué piensa Dios para nosotros?



¿Qué piensa Dios para nosotros?

Dios o el Señor o Dios Trino, piensa de nosotros lo mejor porque nos ama y nos ve a través de Su amor y Su propósito para con nosotros. El Padre Dios siempre espera nuestra entrega a Él, por ello dio a Su Hijo para pagar por nuestros pecados. Dice Su Palabra: “Mis pensamientos no son tus pensamientos, ni tus caminos Mis caminos, como son más altos los cielos que la tierra, así son Mis caminos más altos que tus caminos, y Mis pensamientos más que tus pensamientos”, Isaías 55, 8 y 9.

Dios siempre quiere llevarnos por el mejor camino, porque anhela lo mejor para nosotros y de igual manera tiene los más altos pensamientos para nosotros. Él piensa bien y anhela bien para nuestras vidas.

Isaías 26.3 “Tú guardarás en completa paz…” Los pensamientos de Dios son de paz para nuestras vidas.

Nosotros alejados de Dios, pensando como hombres y mujeres sin Él, damos lugar a pensamientos carnales,  pensamientos de mi propia naturaleza sin gobierno de Dios, que nos llevan a no tener paz, a pensar mal incluso de nosotros y de otros. Por tanto, hacemos el mal lo que nos traslada a vivir con malos pensamientos y en confusión, engaño, culpa, etc.
Dios nos ama y desea que vivamos en completa paz, no la paz del mundo, es Su Paz y con pensamientos guiados por Él, sometidos a Su persona.

¿Qué pensamos de nosotros?

Pensamos lo peor: no creo que pueda… pienso que no llegaré a ningún lado… Así como pensamos tan mal de nosotros de la misma forma pensamos de otros:…esa persona nunca hará nada bueno…

Dios Trino, tiene pensamientos buenos y agradables. Quiere que tengamos esos pensamientos de nosotros y para nosotros, así como para otros. Eso nos llevará a hacer el bien, a vivir en paz, a saber amar y perdonar, a tener compasión, a ser justos, incluso a no ser juez tan duro con nosotros mismos.

Por ello, Dios quiere hacer un pacto con nosotros; es gentil, nunca obliga, pero nos da oportunidades para que andemos en Su camino.

Él dice: “Yo pondré  mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”,  Hebreos 10.16 y 17.

Nosotros no nos olvidamos del mal que nos hacen, vivimos pensando en ello, lo que nos daña y hace daño a otros.

Por otro lado, nos recordamos de lo malo que hemos hecho y no nos perdonamos, lo que nos hace tener una autoestima baja, nos hace sentir culpables, trasladamos a otros nuestras conductas, nos llenamos de culpa y amargura.

Cuando nos volvemos a Dios, caminamos de Su mano, tratamos de vivir Su Palabra, todo comienza a ser diferente, por medio de un proceso en el que el Espíritu Santo nos va ayudando a ser más parecidos a Jesús. Tenemos cambios: pedimos perdón a Dios, reconocemos nuestras fallas, creemos en el poder de Su Sangre y Su sacrificio en la cruz, comenzamos una vida de confesión, de perdón a nosotros, a las circunstancias vividas así como, podemos por medio de ejercicios espirituales tales como la oración, confesión, etc., a perdonar a otros y limpiarnos de rencores, resentimientos, amarguras, etc. Ya no gobierno mis pensamientos es el Señor quien tiene el gobierno sobre ellos o, por lo menos reflexionamos, meditamos sobre ellos para hacer las operaciones espirituales necesarias con el objeto de ir teniendo los pensamientos bajo la autoridad de Jesús.

Ya no me quedo en actitud pasiva dejándome envolver por ellos o solazándome en mis propios pensamientos… Podemos reconocer un pensamiento malo de uno bueno. Discernimos nuestros pensamientos para así optar por un pensamiento agradable a Dios Trino.

Jesús a través de Pablo nos dice:
“…nosotros tenemos la mente de Cristo”. Y si la tenemos podemos cambiar nuestros pensamientos para que nos lleven al bien que Dios anhela para nuestras vidas y las de nuestro entorno. Mateo 15,19.

Es importante entonces:
§     Encomendar nuestras obras a Cristo, y nos promete afirmar nuestros pensamientos (Prov.16).
§     Tener consejero (Prov. 15.22).
§     Tener en cuenta el consejo del Señor (Prov. 19,21), pues, su consejo Permanecerá.
§     Perseverar en el pensamiento de Dios (Isaías 26,3), para tener paz.
§     Tener pensamientos altos y andar de acuerdo a ellos Isaías 55.8, esto es andar con Dios Trino.
§     Que pensemos antes de responder Prov.15.28.
§     No pensar mal, Mt.  9.4.
§     Tratar de poner todo delante del Señor e ir sanando en Su Presencia y con su luz.
Pablo en su carta a la Iglesia de Tesalónica, les dice, luego de algunas recomendaciones  y exhortaciones capítulo 5, a los hermanos: “Examínenlo todo; retengan lo bueno. Absténganse de toda especie de mal. Y el mismo Dios de Paz les santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. 1ra. Tesalonicenses 5, 21 al 24.

-                La Imaginación

El imaginar bíblicamente se asocia al pensar.
Generalmente nuestra imaginación nos lleva a inventar imágenes dentro de  nosotros. Todo lo que necesitamos para escribir un poema, una novela o crear un canto es la imaginación. Podemos estar en un cuarto oscuro sin embargo, la imaginación me tiene en un paisaje que puedo hasta inventar porque la imaginación concibe en nuestro ser un paisaje donde estamos libres, tendidos en una pradera, corriendo hacia un árbol o tal vez mojándonos los pies en un río que canta entre las piedras. El poeta no necesariamente escribe cuando está inmerso en las circunstancias más adversas, en los parajes menos hermosos y en los tiempos menos pensados.

A veces, vagamos en nuestra imaginación y nos creemos príncipes y princesas.

Cuando nos convertimos a Cristo esta imaginación tan natural da paso a una imaginación espiritual que viene a inundar nuestra vida cristiana.  Puedo imaginar a un Cristo Vivo (cada cual tiene una imagen de Cristo en sí), que nos lleva de la mano y nos sostiene en las dificultades. Puedo imaginar al Padre que me sienta en su regazo y me abraza en su pecho. Este tipo de imaginación es de gran ayuda para quienes hemos tenido un padre ausente, o estamos faltos del amor de padre biológico y jamás estuvimos en los brazos de nuestros propios padres.

En la alabanza y en la adoración la imaginación espiritual va creando momentos irrepetibles para provecho de uno o de muchos, ya sea en mi comunión a solas con el Señor, o cuando estoy reunida con mis hermanos en la fe.

Podemos clasificar la imaginación al igual que los pensamientos: en carnal y espiritual. Ya dijimos que pensamiento carnal es el que proviene de mi propia naturaleza sin Dios, igualmente la imaginación. La espiritual es aquella que fluye de mi naturaleza con Cristo como Señor de mi vida.

Fuente: Libro El Alma de Laly de García

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